El fin del Imperio Romano (I): Roma y el modo de producción esclavista
Roma y el modo de producción esclavista
La innovación decisiva de la expansión romana
fue económica, con la introducción de los grandes latifundios esclavistas. La
agricultura griega ya había utilizado esclavos, pero para zonas pequeñas con
población escasa, ya que la civilización griega siempre tuvo un carácter
costero e insular. En la Antigua Roma, el influjo del trabajo esclavo no solo afectó a la
agricultura sino también al comercio y a la industria. El 90 % de los artesanos
era de origen esclavo. El militarismo depredador de la República Romana fue la
principal palanca de cambio y de acumulación económica. La guerra aportó
tierras, tributos y esclavos. Los esclavos, los tributos y las tierras
propiciaban a su vez material para la guerra, pero la trascendencia histórica
de las conquistas romanas fue la integración del Mediterráneo occidental.
Con estas conquistas Roma se enfrentó a
grandes extensiones de interior, desprovistas de una precia civilización
urbana. La ciudad-estado romana se mostró capaz de dominar estas tierras. El
comercio griego había penetrado en Oriente y la agricultura latina abrió
Occidente.
La expansión helenística fue muy diferente, bloqueando en principio cualquier acción que desequilibrara el sistema de estado vigente y creando reinos clientes.
En el Mediterráneo oriental no se introdujo
la esclavitud agraria a gran escala, sino que los prisioneros de guerra eran
embarcados hacia Italia y todo ello dio lugar a ese imperio que conocemos,
Imperio Romano.
El modo de producción esclavista no disponía
de mecanismo de auto reproducción. La oferta de esclavos dependía de las
conquistas extranjeras. El cierre de las fronteras imperiales en época de
Trajano secó el manantial de cautivos, con lo que el precio de los esclavos
comenzó a subir drásticamente. Para controlarlos los terratenientes
practicaron la crianza de esclavos,
concediendo premios a los esclavos por tener hijos. Al mismo tiempo la
población rural libre no creció lo suficiente para compensar las pérdidas del
sector esclavista.
A diferencia de los modos de producción
feudal o capitalista, el modo de producción esclavista tenía muy poca tendencia
al avance tecnológico, las innovaciones tecnológicas existieron pero no se
aplicaron. El resultado de todo ello fue la crisis del s. III. El sistema
social y económico llegó al colapso general, lo que se unió al torbellino
político interior, a las invasiones extranjeras y a las epidemias. Las tierras
fueron abandonadas y en la producción agrícola destacó la escasez de
suministros. Durante unos 50 años (235-248 d. C.) la sociedad romana pareció
llegar a su colapso final.
A finales del siglo III y comienzos del s. IV
se produjo una cierta recuperación del estado imperial. La seguridad se
restableció por una serie de generales danubianos (del Danubio) y balcánicos
(de los Balcanes). La reorganización de la estructura en época de Diocleciano
(fin s. III), permitió el precario resurgimiento del siguiente siglo. La medida
más importante fue el aumento radical de los ejércitos imperiales, con la
implantación del reclutamiento obligatorio y con las confiscaciones estatales.
Las rivalidades faccionales se transcribieron al teatro militar generando
grandes guerras civiles. Al mismo tiempo el centro dinámico del sistema
imperial que estaba en el Mediterráneo occidental pasó al Mediterráneo
oriental, sobre todo con el auge de Constantinopla (nueva Roma).
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